¿Te sorprende el título de este post, «cómo cerrar una startup»? Seguramente mucho, especialmente en una época en la que se habla sin parar de emprendimiento, cómo hacerte emprendedor de éxito, como ganar dinero con una startup, etc.
Hoy en día hay una gran presión mediática sobre el mundo del emprendimiento. Se discute mucho de si hay una burbuja o no. Es posible que lo que haya es una burbuja mediática sobre este tema. Ser emprendedor está de moda, no puedo negarlo, y es un término que vende mucho.
Lo que no creo que sea una burbuja es el numero de emprendedores. Desgraciadamente, la falta de trabajo hace que mucha gente se arme de valor y emprenda un negocio, como única alternativa al desempleo o la emigración.
Por esa misma razón, en la red encontrarás multitud de artículos sobre como montar tu empresa, como convertirte en emprendedor de éxito, cómo montar un negocio de Internet, o una tienda online, o cualquier negocio que te permita tener unos ingresos.
Pero lo que quiero contaros hoy es algo diametralmente opuesto. No quiero abundar en lo maravilloso y fantástico que es ser emprendedor (si, tiene sus ventajas, pero tambien sus inconvenientes, como todo en la vida), sino que quiero centrarme en algo que seguramente nunca nadie os ha mencionado ni por asomo: cómo y cuándo se cierra una startup.
Por qué se cierran las empresas
Dicen que de cada 10 startups que nacen, a los 3 años sólo queda una viva. Y es verdad. Hay una altísima mortalidad en empresas jóvenes, especialmente en las tecnológicas.
La razón principal de esos cierres siempre es la misma: la caja. Pasado un tiempo en el que la idea de negocio ya funciona, o consigue generar por si sola suficientes ingresos como para soportar la estructura básica para su funcionamiento, o te quedarás sin caja.
Y si tu caja se agota, tu destino está claro: la quiebra. No podrás pagar sueldos, ni a proveedores, ni posiblemente servicios que son básicos para tu funcionamiento. Tus trabajadores se rebelarán, tus proveedores te amenazarán, y posiblemente dejen de servirte sus mercancías o prestarte los servicios contratados. Y si todo esto ocurre, tu empresa dejará de funcionar. Estará muerta.
La financiación por parte de inversores privados, FFF (family-fools-friends) o préstamos bancarios pueden ser de una gran ayuda para lanzar tu proyecto, pero piensa que en el caso de los préstamos, antes o después tendrás que devolver el dinero, y eso crea unas necesidades de caja para afrontar la amortización que puede asestar un golpe mortal a tu caja justo en el momento que más puedes necesitarlo, en las inmediaciones del breakeven o punto de equilibrio.
Lo que nadie te cuenta nunca
Nadie te cuenta qué hay que hacer cuando tu empresa va mal y se enfrenta a una quiebra. Nadie te dice que si eres un autónomo, responderás en el futuro con tu patrimonio de la deuda generada a tus acreedores.
Los administradores de sociedades de responsabilidad limitada tampoco podemos estar tranquilos, ya que si jurídicamente un acreedor puede demostrar mala praxis o negligencia en tus actividades como administrador, un juez puede dictaminar que debas hacer frente a las deudas con tu patrimonio personal, con lo cual estamos en las mismas.
¿Lo sabías? ¿Pensabas que una sociedad de responsabilidad limitada te protegía de cualquier riesgo? No, amigo mio, no es tan facil ni bonito, por mucho que nos hayan dorado la píldora asesores, speakers, mentores y demás charlatanes que nos animaron a hacernos emprendedores…
Y lo que te voy a contar ahora es lo que seguramente nunca nadie te ha contado, y es el secreto que puede salvarte de un eventual cierre catastrófico de tu proyecto.
El secreto de un buen cierre
La diferencia entre un buen cierre y un cierre por el que sufrirás las consecuencias el resto de tu vida es sencilla, aunque nadie incide con la suficiente claridad y vehemencia en su importancia, y es realmente importante.
Grábate los dos siguientes mantras en la cabeza antes de emprender, y recuérdalos SIEMPRE:
Bajar la persiana cuesta dinero
Nunca esperes a que la caja esté a cero para cerrar. Cierra cuando aun tienes dinero en la caja.
Lo que seguramente os esteis preguntando ahora mismo es: ¿de cuanto dinero estamos hablando? Pues eso requiere un poco más de análisis, a parte de que puede haber casuísticas muy diferentes. Vamos a repasar las más habituales.
Diferentes soluciones para diferentes situaciones
Si eres autónomo
Si eres autónomo, más vale que no tengas prestamos bancarios ni de ningún otro tipo, porque si no amigo, estas fastidiado.
Si eres afortunado y no los tienes, si tu negocio traga más dinero de lo que ingresa y ves que la situación se repite en los últimos tres meses sin que sepas que hay una fuerte estacionalidad (como por ejemplo en empresas de servicios de vacaciones), deberías dar de baja los servicios de todos tus proveedores y darte de baja cuanto antes como autónomo.
Ser autónomo en España significa prácticamente ser estafado, ser el último eslabón de la cadena laboral, la falsa sensación de ser tu propio jefe siendo en realidad un esclavo del sistema. Más vale que tu actividad te genere al menos 5 o 6 veces tu cuota de autónomo, porque si no, estás haciendo un mal negocio.
Si tienes préstamos bancarios… estas fastidiado. Si puedes cancelarlo y pagar lo que te quede, no tendrás problema, pero si no, tendrás que negociar con el banco un plan de pagos. Afortunadamente, en los últimos cambios de normativas fiscales, se permite que un autónomo tenga unos ingresos de algo más de 900€ sin que exista obligación de devolver prestamos a los bancos. Es decir, que si sigues tu actividad u otra como autónomo, y tus ingresos son inferiores a esos 961€ mensuales, el banco con el que tienes la deuda no podrá embargarte tu cuenta, ya que se supone que esa es la renta mínima para que puedas subsistir y rehacer tu vida. Mas información aqui.
En el caso de que causes baja como autónomo y trabajes por cuenta ajena, el cálculo se complica en función de muchos factores (cargas familiares, hipotecas, etc.), pero la filosofía es la misma: tienen que dejarte intacto el sueldo hasta cierta cantidad considerada la mínima para subsistir en cada caso particular. Tenéis más información aquí.
Si eres administrador de una SL
Este es el caso más habitual. Normalmente si tienes una startup con algunos trabajadores contratados, seguramente la habrás creado o convertido en una sociedad de responsabilidad limitada. En este caso las cosas se complican y cerrar sale más caro.
En el caso concreto de que veas que el negocio no va, pero no tienes deudas ni prestamos bancarios o de cualquier otro tipo, y aun te quede algo de dinero en caja, tus costes van a ser despedir a los trabajadores (salarios y finiquitos) y un pequeño coste de notaría y registro. Es lo que se conoce como una liquidación de sociedad limpia, y es lo ideal. Despides a los trabajadores, pagas a tus proveedores, liquidas cualquier activo y extingues la sociedad. Limpio, suave y sin dolor. Pero para proceder así, hay que tener caja disponible, y eso es algo poco habitual en empresas que van mal.
Lo natural es intentar apurar hasta el ultimo euro de la caja, con la esperanza de que vengan tiempos mejores, o llegue una venta importante, o un inversor interesado quiera cerrar una ampliación de capital. Y ese es un error muy común que muchas veces se paga caro, porque te lleva inexorablemente a la quiebra, y como os comentaba antes, judicialmente llegar a la quiebra puede ser interpretado como una negligencia o mala praxis por parte del administrador, y el juez puede «crujirte», es decir, puede que acabes respondiendo con tus bienes y patrimonio a pesar de la limitación de responsabilidad de la SL.
Es importante poder pagar a los trabajadores lo que se les debe, ya no solo desde el punto de vista moral, sino porque en el sistema legal, el trabajador es la figura con mayor protección, como es lógico, y si alguno de ellos te demanda puedes tener serios problemas.
En el caso de que tengas importantes deudas y prestamos bancarios o de otro tipo, lo mejor es presentar un concurso de acreedores. Los concursos de acreedores son procedimientos en los que nuestro abogado (por aquí empieza a irse la pasta, mínimo 6.000 a 10.000€, procurador y tasas judiciales incluidas) presenta el concurso en el juzgado de lo mercantil, y el juez nombra un administrador concursal que se encarga de dirigir la compañía durante el concurso, administrándola con el objetivo de salvarla o de liquidarla correctamente. Son procesos carísimos y muy lentos (mínimo 18 meses), y que están normalmente fuera del alcance de cualquier microPYME o startup. El administrador concursal cobra un porcentaje de los activos de la empresa (entre un 3% y un 10%), así que echar cuentas. Se forran a costa de las empresas en su lecho de muerte.
Por ello, hace unos años, se creó el procedimiento de concurso de acreedores express, que es la opción que startups y microPYMES deben seguir para cerrar con las máximas garantías y mínimo coste.
El concurso express aúna las ventajas de una liquidación normal y un concurso de acreedores. Consiste en liquidar TODOS los activos de la sociedad para posteriormente intentar saldar, en un orden de prioridades concreto, las deudas que haya contraído la sociedad con trabajadores, la administración publica, proveedores y prestamistas.
La prioridad es pagar a los trabajadores antes que a nadie, y después a las administraciones públicas (Haciendas y Seguridad Social), para posteriormente pagar a proveedores y finalmente a prestamistas. Si la liquidación y pago de deudas se hace con esta escala de prioridades, y logramos pagar el 100% a trabajadores y la mayor parte o toda la deuda a las administraciones, va a ser muy difícil tener problemas, y el juez no podrá cargarnos con la responsabilidad de las deudas argumentando mala praxis o negligencia.
Una vez realizado todo correctamente, y aunque queden deudas o parte de las deudas por pagar (los préstamos difícilmente se pueden pagar debido a que suelen ser grandes cantidades), se aporta al juez toda la documentación que justifica que la liquidación y los pagos de deuda se han realizado correctamente y con total transparencia, para que este finalmente dicte un auto de extinción favorable, se publique en el BOE durante 20 días este auto, y si no hay recursos, se acabó el proceso: quedas libre de toda carga como administrador, por haber hecho las cosas bien. Coste de la broma: aproximadamente 10.000€. Recordad los mantras: bajar la persiana cuesta dinero…
Y esta es la mejor manera de cerrar una startup. Recordad que lo importante es no llegar a la quiebra. Hay que tener visión, y llevar bien la contabilidad para saber cuando es el momento adecuado para cerrar. Valorar e inventariar bien los activos de la sociedad para poder darles salida rápidamente al mejor precio. E intentad siempre pagar el mayor numero de deudas posible, aunque sea en parte, ya que si seguís posteriormente trabajando en el mismo sector, esto os puede abrir muchas puertas. Tener a muchos proveedores cabreados contigo porque les has dejado un enganchón de varios miles de euros puede afectar muy negativamente a tu reputación profesional.
Espero sinceramente que nunca tengáis que hacer uso de este conocimiento, pero aun así, es importante saber cómo funciona realmente, o en el peor de los casos podríais acabar como el amigo Jenaro García, de Gowex.
Muchas gracias por este artículo, no estoy en esta situación y por supuesto espero no verme en ella pero me ha concienciado muchísimo de hacer bien las cosas. Los emprendedores escuchan lo de que sólo una de cada diez startups sobreviven los 3 años y se autoconvencen de que ellos serán ese uno. Aquí explicas lo que le pasa a nueve de cada diez.
Gracias Ramon, por tu comentario. En efecto, tristemente lo mas habitual es fracasar, y sin embargo curiosamente nadie te explica que hay que hacer en ese caso, y no es cosa baladí como ves en el articulo, las responsabilidades que te pueden acarrear pueden amargarte el resto de la vida…
Un saludo y gracias de nuevo
Muy buen artículo!. Lástima que no lo leí hace 3 años cuando ya vimos que teníamos que cerrar nuestro proyecto. Tuvimos en cuenta los «dos mantras» que comentas en tu post, PERO, no con el análisis exhaustivo que requería… fué una pesadilla. No teníamos para empezar un concurso de acreedores y menos para seguir pagando las cuotas de un ENISA a cuestas. Con suerte, y ya con la cabeza medio calva, conseguimos cerrar, sin embargo a día de hoy estamos solventando algunas metidas de pata de la Gestora (después de casi un año)… que ese es otro tema interesante, conseguir un gestor, y ya no digo «bueno» sino COMPETENTE, es como sacarse la lotería, pero bueno, supongo que como todo hay buenos, mediocres y malos.
Muchas gracias, Cris. En efecto, contar con un gestor competente es la clave. Nosotros conseguimos saber de 2, y finalmente, un poco por olfato y otro poco por intuición, decidimos contratar al que luego se mostró como el mejor de los dos, condiferencia. Si hubieramos elegido al otro, que siempre se mostró dubitativo, a pesar de su supuesta experiencia en estos temas (aunque no sabia de la existencia del procedimiento abreviado, el tio, tocate las narices…), nos hubiera costado mucho mas, y seguramente aun estaríamos en el proceso. Asi que ciertamente, conseguir la colaboracion y buen hacer de un buen profesional que sepa de estos temas es tambien dificil.
Gracias por el comentario!!
Saludos